Partimos de la consideración de que la plaza de la Vila de Madrid es un espacio muy especial dentro del sistema de plazas y espacios libres del casco antiguo. Por ello propusimos la revitalización de la plaza como espacio urbano peatonal, manteniendo su especificidad como lugar “diferente” dentro de las calles y las plazas que lo envuelven, y celebrar el conjunto arqueológico que la plaza alberga: una necrópolis romana, uno de los vestigios más importantes de la Cataluña de la era romana.
La plaza se presenta como un jardín público urbano: en parte porque es la forma de responder a su singularidad de yacimiento arqueológico, en parte por continuar el mismo concepto de la intervención, y finalmente en parte porque siempre lo imaginamos como un lugar diferente a los espacios urbanos de actividad comercial (en ocasiones frenética) que lo rodean.
Se propone una plaza central de césped que queda a nivel de la calle Canuda y del frente oriental de la plaza. La zona central de la plaza se tapiza con césped y se mantienen la mayor parte de los árboles existentes. La superficie de césped se deprime con una ligera pendiente hasta situarse al nivel de la necrópolis romana.